El
Silencio De Dios Favorece Al Mundo.
Nada indica que una sociedad basada en una "ética religiosa" tenga un mayor nivel de bienestar humano. La Investigación a nivel global sobre salud, felicidad y ética pública, muestra claramente que su relación es más bien la contaría.
(Ésta
es una traducción personal del ensayo escrito por el Académico Bo
Rothstein para la revista sueca "Sans" nr1 publicada en
enero del 2012 por Sans Media AB)
Bo
Rothstein
es profesor en Ciencias Políticas en la universidad de Göteborg
(Gotenburgo), es escritor y polemista. Investiga entre otras cosas,
sobre el significado de instituciones confiables e imparciales para
el desarrollo tanto social como económico.
Texto Bo Rothstein
Si uno observa el desarrollo social en una perspectiva
un poco más lejana, digamos los últimos treinta y cinco años, es
quizá unos de los mayores y más sorprendentes cambios, la creciente
importancia de la religión en la política en muchos países. Hace
treinta años, por ejemplo, no existía el movimiento de derecha
cristiana como un factor político a tomar un cuenta en USA. Tampoco
eran las distintas formas de Islamismo un factor de poder político
en el mundo árabe. En la política Israelita dominó hasta fines de
los 80' un fuerte Partido Trabajador y en el lado árabe no existía
Hamás ni Hezbolá. En Suecia la Democracia Cristiana entra al
parlamento recién en 1991 y durante el gobierno de Bildt, de 1991 al
94, es que el partido logra introducir una formulación en el plan de
estudios de la Escuela Sueca, y establece que sus valores serán los
de la cristiandad.
Históricamente por supuesto, la religión siempre ha
jugado un gran rol político, pero desde al rededor del final de la
segunda guerra y hasta la década de los 80, los valores seculares
fueron los que dominaron. La iglesia católica quedó en mal pié por
su fuerte apoyo a Franco durante y después de la guerra civil
española, y su incapacidad de confrontar el fascismo alemán.
Igualmente, la actuación del establishment de la iglesia protestante
Sueca durante los estragos nazis no fue algo para jactarse. Pero
durante la década del 80 algo ocurre, que crea una nueva base para
el regreso a la política de las fuerzas religiosas.
Se
debe mientras tanto destacar que el desarrollo no es completamente
inequívoco. Que la Irlanda católica tenga ahora un primer ministro
que critique fuertemente el ocultamiento por parte de la iglesia
católica de muchos crímenes pedófilos cometidos por sacerdotes
(¡que llevó a Irlanda a cerrar su embajada en El Vaticano!), indica
la dirección contraria. Así mismo, parece que la antes fuerte
influencia de la iglesia católica en la canadiense Quebec está
passé. Pero en general y por sobre todo en una perspectiva global,
creo que mi tesis concuerda. En su libro Sacred
And Secular
los cientistas políticos Ronald Inglehart y Pipa Norris, aseguran
que en el planeta jamás ha habido tantas personas que abracen los
valores tradicionales religiosos como ahora.
Uno
puede naturalmente tener muchas formas de comprender este desarrollo,
pero una pregunta que se debe hacer es si las sociedades que se
caracterizan por ser más religiosas, son una buena sociedad en la
cual vivir. Por supuesto cómo definir qué es "una buena
sociedad" es una pregunta valórica, pero también es una
pregunta que interesará cada vez más a los investigadores.
Filósofos y economistas, al igual que la galardonada por el Nobel
Amartya Sen, ha lanzado la idea que una buena -en el sentido de
justa- sociedad nos debe dar recursos que nos ayuden a lograr nuestro
potencial como humanos, lo cual supone ser la base para el "bienestar
humano". Luego, es crítica a los economistas e investigadores
sociales rutinario uso del BNP per capita como medición para el
bienestar humano, y se refiere a que lo importante no es el dinero,
sino cómo estos se utilizan para dar a las personas distintas
capacidades (capabilities)
que aportan a su bienestar. Esta idea se ha tomado por más
investigadores empíricamente orientados como Michelle Lamont y Peter
Hall de Harvard en el libro Successful
Societies.
Ante todo estos investigadores utilizan distintas mediciones sobre la
salud de la población, por ejemplo la oportunidad de los niños a
sobrevivir los primeros 5 años y cuántos años se espera vivir con
una salud relativamente buena. Otros investigadores utilizan
mediciones más subjetivas como por ejemplo, en qué medida las
personas de una sociedad consideran "conformes con su vida"
o incluso "felices". Otra medición subjetiva es, en qué
grado las personas consideran que uno en general pueda confiar en
otros, lo que supone una evaluación de cómo uno entiende el
contenido moral en su sociedad. Mediciones "más duras" son
por ejemplo el número de niños que pueden ir a la escuela y el
acceso de las personas a aguas limpias.
Desde el 2004, guío junto a Sören Holmberg un programa
de investigación aún más grande en la universidad de Göteborg, la
cual trata preguntas sobre la calidad en el administración social en
una perspectiva comparativa global (QoG: The Quality Of Government
Institute). Entre el material que hemos recopilado encontramos lo que
ahora sea probablemente la más grande base de datos reunida del
mundo, con distintas mediciones en lo que se cuenta como "bienestar
humano". También tenemos información sobre en qué cuantía la
población dice tener valores religiosos o una ética más laica. La
fuente principal para estos datos sobre valores religiosos, es uno
del los más grandes programas empíricos de investigación en el
cual también participamos -World Values Survey- que en distintos
ciclos desde 1981, ha realizado encuestas con muestras
representativas de la población en una gran selección de países
(hasta ahora al rededor de cien). A esto naturalmente acompaña una
gran cantidad de datos sobre la calidad de la dirección social, por
ejemplo mediciones del grado de corrupción, democracia y en qué
medida las administraciones públicas de los países y sus tribunales
ejercen los principios del estado de derecho.
Desde estos datos que se logra vislumbrar el argumento
principal que los partidos religiosos y políticos han mostrado hoy
en día, esto es, que si la sociedad se caracteriza por valores
religiosos será mejor en el sentido que el bienestar humano crece.
También hoy podemos dar respuestas fundadas empíricamente sobre la
pregunta , si la religión en general es buena para el bienestar
humano. O al contrario -si uno desea ver una sociedad en la que pocos
niños mueren, donde las personas tienen largas vidas en buena salud,
donde consideran estar conformes con su vida, donde consideran que se
puede confiar en la mayoría, donde en general hay acceso a agua
limpia, donde la corrupción es baja y el bienestar económico es
alto y igualitariamente distribuido- ¿debe uno esforzarse por una
sociedad fuertemente caracterizada por valores religiosos? La
respuesta a esa pregunta es un claro y rotundo no. Entre las más de
25 mediciones que tenemos de bienestar humano, no hay una sola que
tenga una correlación positiva con el grado de valores religiosos en
la población. Al contrario, mientras más una sociedad se
caracteriza de valores seculares, más alto es el bienestar humano de
esas sociedades según estas mediciones. Esto es en general también
válido si sólo se comparan países que son dominados por el
cristianismo.
Esta relación negativa entre la fuerza de valores
religiosos y el bienestar humano, es en general también válida
incluso si se controla el grado de desarrollo económico. En USA, que
esta poderosamente más marcado de valores religiosos que, por
ejemplo, los países nórdicos e incluso posee un mayor BNP, viven
cerca de un veinte por ciento de niños en lo que los investigadores
definen como pobreza, mientras la cifra comparativa de los países
nórdicos es del cuatro por ciento. La fracción de personas que
asegura considerar a otros como confiables, es también mucho menor
en USA que en países nórdicos.
Una pregunta especialmente interesante, es la relación
de la moral social con la religión. Una recurrente aseveración de
quienes creen que los valores religiosos deberían caracterizar no
sólo la vida privada y las relaciones personales, sino también la
política y la sociedad en sí, es que esto crearía una mejor moral
social. Esto tampoco tiene algún apoyo en los datos disponibles.
Contrariamente, mientras más un país se caracteriza por valores
religiosos, más generalizada es la corrupción. Y mientras más las
personas de un país tienen valores religiosos, menor es su
consideración a que se pueda confiar en otras personas.
Yo no dudo que la religión pueda tener un gran valor
para el bienestar de personas individuales, y tener una muy positiva
influencia en relaciones privadas y cercanas. Pero al contrario, no
existe ninguna indicación que la religión tenga una influencia
generalizada positiva a nivel social, para crear una buena sociedad o
inclusive de alto nivel moral. Como otras cosas importantes en
nuestras vidas, es probablemente mejor que ésta actividad se
mantenga en la esfera privada.
Gráficas presentadas
Traducción: Alfredo Toño Silva.
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